martes, 4 de noviembre de 2014

FRENTE A LAS INUNDACIONES, SOLUCIONES MIRANDO AL MUNDO...LOS PAÍSES BAJOS

En el agua: cómo ganan los holandeses su batalla diaria contra las crecidas y el mayor del caudal de las lluvias

Holanda combina la más alta tecnología y un regreso a las soluciones naturales para crear nuevas defensas costeras en una zona en la que viven 9 millones de personas
Por   | LA NACION
ROTTERDAM, HOLANDA.- "Dios creó la Tierra y los holandeses crearon los Países Bajos."Esta expresión popular sólo se comprende cuando se recorre la geografía holandesa y se detectan, camufladas con el paisaje natural, las soluciones en las que hace miles de años los habitantes de estas tierras, muchas por debajo del nivel del mar, trabajan pararesguardarse del agua.
Diques, canales, polders (tierras ganadas al mar) y reservorios que se combinan con el ambiente y que permiten a los habitantes estar protegidos de crecidas y de lluvias abundantes. ¿La estrategia? El planeamiento, sobre la base de los escenarios del cambio climático que modificarán drásticamente la frecuencia de las tormentas, el régimen de precipitaciones y el aumento del nivel del mar.
A la vista de varios de esos proyectos, surge el interrogante de si la cuenca de los ríos Salado o Luján, en Buenos Aires, podrían ser escenario para aplicar estas políticas
Según estudios internacionales, el 70% de las capitales del mundo se encuentran en zonas costeras o en los márgenes de ríos. Cada vez hay más zonas urbanas con más de 5 millones de habitantes; por lo general, son las personas con menos recursos económicos quienes se instalan en zonas con riesgo de inundaciones.
Entre esas capitales están Buenos Aires, el norte y el sur del conurbano y La Plata, zonas golpeadas duramente por el agua en estos dos últimos años. Las estrategias holandesas podrían ser un buen ejemplo a seguir si se tiene en cuenta que el delta del Rin, por caso, comparte características con el del Paraná o que el Mar del Norte golpea, sin tregua, las costas cuando soplan vientos fuertes, como las sudestadas que afectan a porteños y bonaerenses.
Con el aumento de los niveles del mar, que muchos expertos prevén que sea de 1 a 1,5 metros en este siglo, y con el cambio en las lluvias, la protección contra las inundaciones es una cuestión central.
Los Países Bajos, que deben su denominación precisamente a la geografía, eligieron un mix de tecnología y vuelta a soluciones milenarias para proteger a 9 millones de personas que viven en riesgo permanente de inundación
Con la más alta tecnología de control de inundaciones, en los Países Bajos son conscientes del daño que las crecidas de los océanos y los ríos pueden causarles. La ingeniería hidráulica evoluciona en esta región desde la Edad Media y sus 16,7 millones de habitantes han "mantenido los pies secos" (keep dry feet) gracias a una red de diques, canales y maravillas de la ingeniería, como la barrera de Maeslant, cerca de Rotterdam. Allí dos compuertas flotantes, cada una de la misma longitud que la torre Eiffel, se cierran automáticamente para proteger la ciudad y su puerto principal cuando surgen amenazas de tormenta en el Mar del Norte. Aunque hasta el momento no se ha utilizado, cada año se hace una prueba de su funcionamiento.
Los deltas, tal como el del norte de Buenos Aires, que fue epicentro de los daños que varias tormentas han dejado en los últimos diez días y que ha sido escenario de las inundaciones más graves de la década, también son un desvelo para los holandeses. Para ellos, los valles y las tierras que están en estas zonas son los más productivos, a pesar de que más de medio país vive en constante amenaza de inundación por estar 6 metros por debajo del nivel del mar.
Las ciudades también trabajan en soluciones para no quedar anegadas. En Rotterdam, por ejemplo, la municipalidad está decidida a combatir el cambio climático
Imágenes satelitales, minería de datos, simulaciones e innovación constante son algunas de las herramientas que este país combina para los proyectos que tiene en marcha en vista de las peores recurrencias de lluvias en 400 años (en varios de losproyectos hidráulicos de la Argentina las recurrencias máximas calculadas no superan los 20 años).

"CÓMO LO HACEMOS"

"La cuestión no es qué queremos hacer, sino cómo la hacemos: con hierro y cemento o de un modo más natural", indicó la ministra de Ambiente e Infraestructura de Holanda, Melanie Schultz van Haegen-Maas Geesteranus, a un grupo de periodistas extranjeros -entre ellos, esta cronista- en una conferencia de prensa.
Los Países Bajos, que deben su denominación precisamente a la geografía, eligieron un mix de tecnología y vuelta a soluciones milenarias para proteger a 9 millones de personas que viven en riesgo permanente de inundación.
En lugar de rectificar o de intentar contener el agua de los ríos, los holandeses han decidido devolverles el espacio que les habían quitado. El programa se llama Room for the River (2006-2015) y hay en marcha unos 40 proyectos, por un total de 2300 millones de euros, con los que se busca que los cursos de agua puedan desagotar su caudal en el mar cuando hay crecidas, sin afectar los lugares por los que pasan. El plan abarca las cuencas del Mosa, el Rin y el Escalda.

A la vista de varios de esos proyectos, surge el interrogante de si la cuenca de losríos Salado o Luján, en Buenos Aires, podrían ser escenario para aplicar estas políticas. Muchos de los problemas dedesbordes de estos cursos de agua se generan por el espacio que el río ha perdido, ya sea por la ampliación de áreas productivas en antiguos valles de inundación o por la falta de planeamiento de urbanizaciones en sus riberas y exceso en los desarrollos inmobiliarios.
En Holanda la organización del gobierno también influye en proyectos y decisiones. La cuestión del agua es lo más importante para el país. A las obras y proyectos contribuyen las juntas de agua regionales, que funcionan desde hace cientos de años y a las que cada ciudadano aporta unos 400 euros al año.
 
Un ejemplo de estos proyectos está en la ribera del Mosa, que separa Holanda de Bélgica. "Aunque el río puede ser nuestro amigo, puede ser un enemigo. Con una lluvia fuerte puede crecer seis o siete metros en pocas horas. Esto fue precisamente lo que pasó en diciembre de 1993. Y en enero de 1995 el Mosa volvió a atacarnos. Esa vez más de 20.000 personas debieron ser evacuadas", relató Patrick van der Broeck, ministro regional de la provincia de Limburgo, la que está más al sur del país y que cuenta con 1.200.000 habitantes.
"Pero aprendimos nuestra lección y empezamos a trabajar en ello. Unos pocos kilómetros al norte de la provincia creamos un gran sistema de lagos, el Maasplassen, con la extracción de piedras. Cubre 3000 hectáreas y ahora es una de las áreas más grandes de Holanda para hacer deportes acuáticos, al tiempo que sirve de reservorio", agregó. El Estado concesionó este proyecto a una empresa, que remueve la piedra del lecho del río y luego la recupera y la vende para obras de construcción.
El megaplán Room for the River contiene distintas intervenciones. La modificación y mudanza de diques, la remoción y relocalización de puentes y de población son necesarias para prevenir inundaciones. El polder Noordwaard, al sudeste de Rotterdam, fue una llanura inundable hasta 1973, cuando las obras en el delta lo hicieron adecuado para ganado y vegetales. Ahora se le está devolviendo su condición de llanura inundable para que absorba las aguas de inundación que podrían anegar las ciudades río arriba.
En lugar de rectificar o de intentar contener el agua de los ríos, los holandeses han decidido devolverles el espacio que les habían quitado
Habrá que sacrificar áreas productivas. En el área del dique había 26 granjas y 49 viviendas. Varias de estas últimas fueron demolidas y la mayoría de las granjas tendrá que trasladarse a otro lugar.
Todos estos trabajos no frenan las obras en los diques. Para ayudar a la naturaleza, los investigadores holandeses están trabajando en nuevos materiales, como el cemento flexible, para pegar rocas que absorban la energía, hierbas muy fuertes que disminuyan la acción de las olas y materiales geotextiles que prevengan la erosión interna, una de las principales causas de las fisuras. Sus defensores aseguran que los nuevos diseños ofrecen una solución más duradera que las barreras.
No quieren repetir su historia. En 1953, una tormenta huracanada y una serie de mareas de gran altura produjo gravísimas inundaciones en el área del delta (subida de 4,55 metros sobre el nivel del mar), lo que dejó más de 1800 muertos. El desborde de los diques afectó más de 160.000 hectáreas, causó pérdidas para la agricultura e inutilizó los campos por mucho tiempo. Según las previsiones, el año que viene 325 kilómetros de diques serán reforzados y reconstruidos en todo el país.

DISTRITO FLOTANTE

Las ciudades también trabajan en soluciones para no quedar anegadas. En Rotterdam, por ejemplo, la municipalidad está decidida a combatir el cambio climático. La ciudad, que contiene el puerto más grande de Europa, será la primera en comenzar con el desarrollo de un distrito completamente flotante.
El primer proyecto piloto se compone de tres domos conectados entre sí y anclados en el puerto antiguo (foto). El pabellón de usos múltiples fue diseñado por los arquitectos de DeltaSync y Publicdomain Architects y es un ejemplo de arquitectura innovadora y sostenible.
El objetivo que persigue el distrito es estar totalmente protegido contra el cambio climático para 2050
Con el objetivo de ser la capital mundial de la lucha contra el cambio climático, Rotterdam se propuso reducir 50% sus emisiones de carbono. Y tiene ambiciosos planes para adaptarse al crecimiento del nivel del mar pronosticado. La idea es construir una comunidad de casas flotantes; este pabellón es el primer paso. Hoy se usa para exposiciones y eventos.
Ahmed Aboutaleb, un musulmán descendiente de marroquíes, es el alcalde de esta ciudad. Cree que la batalla es contra el cambio climático y ha puesto en marcha varios proyectos para que una ciudad rodeada de agua y llena de cemento pueda drenar y absorber líquido para "mantener los pies secos".
Con proyectos de este tipo, Rotterdam lidera la batalla contra los efectos del cambio climático
"Tenemos que pensar en la forma de transformar las amenazas en oportunidades. Hay que pensar en la construcción de edificios flotantes que hagan a una ciudad más resistente, pero también más atractiva. La necesidad de reducir las emisiones de CO2 y ahorrar, a su vez, energía ofrece una oportunidad para innovar y crear economías urbanas más potentes", sostuvo Aboutaleb durante la inauguración del segundo encuentro Deltas en tiempos de cambio climático, en Rotterdam.
En este distrito con puerto los techos verdes son un hecho y se ha inaugurado hace casi un año una plaza de agua (water square) que tiene usos múltiples. La plaza Benthemplein, en pleno centro de Rotterdam, cuenta con el 90% de su superficie de cemento. Es usada por los alumnos de la escuela de diseño que está frente a ella como cancha de básquet y sus escalinatas son punto de encuentro para el almuerzo de oficinistas o vecinos que viven en los alrededores.
Algunos de los proyectos en los que se trabaja hoy en Holanda suponen un estudio que incluye las peores estadísticas en 400.000 años respecto de los máximos de crecidas de ríos y mares
Sin embargo, cuando es tiempo de estar atentos a posibles anegamientos o las lluvias son copiosas, la altura de los diferentes espacios y un sistema de monitoreo y control centralizado la convierten en un reservorio que puede contener 1700 m3 de agua.
El objetivo que persigue el distrito es estar totalmente protegido contra el cambio climático para 2050. Aunque la ciudad cuenta con un plan de evacuación, el alcalde cree que no hay lugar adonde ir si el agua avanza: "Tenemos un plan de evacuación que cuenta con 100 millones de euros al año [el presupuesto anual del distrito es de 40.000 millones de euros]. Pero siempre digo a los ciudadanos que si la resignación se apodera de nosotros, no hay forma de escapar. Hoy se destinan 100 dólares al año de los impuestos de los ciudadanos para trabajar en defensas contra el agua. Y únicamente para eso. Sólo la innovación y el trabajo nos protegerán".
Algunos de los proyectos en los que se trabaja hoy en Holanda suponen un estudio que incluye las peores estadísticas en 400.000 años respecto de los máximos de crecidas de ríos y mares. Se podría pensar que ya están protegidos. Sin embargo, cuando alguien menciona esta posibilidad, la respuesta no se hace esperar: "No sabemos si ese día puede ser mañana".

PAVILLION, EN ROTTERDAM.

 
Foto: Rick Ligthelm/Flickr
 
Se trata de la primera de las instalaciones flotantes en el antiguo puerto de la ciudad, que hoy se usa para convenciones y eventos. Es una instalación que cuenta con la más moderna tecnología de recuperación de energía y será la base para el desarrollo del primer barrio flotante del mundo. Con proyectos de este tipo, Rotterdam lidera la batalla contra los efectos del cambio climático.
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Cambio de escenario para el petróleo

EE.UU. se encamina a convertirse en el productor de referencia gracias al aumento sostenido de su producción en los últimos años; eso potenciaría su influencia mundial, mientras que debilitaría la de países como Rusia, Irán o Venezuela
Por   | El País
MADRID.- El mercado del petróleo se ha visto sacudido por una especie de tormenta perfecta, una combinación de exceso en la oferta, de demanda más débil de lo previsto y de fortaleza del dólar (la divisa de referencia para el mercado petrolero), que provocó la caída del 25% en los precios del crudo desde junio.
Después de un período de relativa estabilidad, con el barril situado por encima de los 100 dólares prácticamente desde 2011 -115 dólares alcanzó en junio pasado-, parece que los precios se están estabilizando en una banda considerablemente más baja, entre los 70 y los 90 dólares, según distintos expertos, lo que introduce nuevas y profundas variables en el mercado del petróleo y, en definitiva, en el orden geopolítico.
Entre esas variables, quizá la más relevante es el cambio de fuerzas en el escenario geopolítico que se empieza a dibujar, un orden en el que los países tradicionalmente productores de petróleo como Rusia , Irán o Venezuela , golpeados por crisis diplomáticas y complejas situaciones económicas internas, pierden influencia global.
A diferencia de otras ocasiones, Arabia Saudita descartó recortar la producción como vía para intentar sostener los precios e incluso aceptó rebajar los precios a sus clientes asiáticos para mantener cuota de mercado. Otros miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) reclamaron medidas, pero casi nadie confía en un acuerdo para recortar la oferta del cartel en la reunión del 27 de noviembre.
"Si la OPEP no recorta su producción para sostener los precios, ¿quién lo hará?", se pregunta Kevin Norrish, de Barclays. "La OPEP ya no actúa como el productor de referencia del mercado y la oferta de petróleo de Estados Unidos está llamada a ocupar ese lugar", defienden los analistas de Goldman Sachs.
Los altos precios del petróleo hicieron posible la explotación de pozos que exigían técnicas costosas, como la usada en aguas profundas o la fractura hidráulica (fracking). Gracias a eso, Estados Unidos pudo aumentar su producción de petróleo a un ritmo anual de entre 1,2 y 1,4 millones de barriles diarios desde 2011, lo que le permitió avanzar mucho hacia la autosuficiencia energética y convertirse en el productor bisagra, aquel que dicta el rumbo del mercado.
De esta forma, los productores de fuera de la OPEP, con Estados Unidos a la cabeza, han sido capaces de cubrir el aumento de la demanda global, lo que ha diluido considerablemente la influencia de la OPEP, entre cuyos miembros se encuentran Arabia Saudita, Irán, Venezuela y Argelia.
"No hay precedentes históricos de que un país pueda mantener durante tanto tiempo semejantes aumentos de producción. Eso cambió por completo el mercado", explica Antonio Merino, director de la Secretaría Técnica de Repsol y uno de los mayores expertos del mercado energético. "Lo que ahora se está tanteando es el nivel de precios al que Estados Unidos puede mantener no ya la producción petrolera, que ronda los 5,5 millones de barriles diarios, sino los aumentos de oferta de estos últimos años. Yo creo que ese nivel está más cerca de los 85 o 95 dólares por barril que de los 70 dólares", explica.
Hay otros factores que presionan a la baja los precios. Libia, con una producción inexistente en septiembre de 2012, logra colocar actualmente en el mercado entre 800.000 y 900.000 barriles diarios. La toma de varios pozos petroleros en Irak a manos de los jihadistas de Estado Islámico no supuso una interrupción de la producción, de unos tres millones de barriles diarios. Irán anunció su intención de aumentar su oferta hasta los cuatro millones de barriles en marzo de 2015 si logra un acuerdo para eliminar las sanciones internacionales.
Todo ello en medio de un fuerte frenazo de la demanda global, que llevó a la Agencia Internacional de la Energía a recortar en septiembre sus previsiones de incremento del consumo en un 25%, coincidiendo con la alerta lanzada por el Fondo Monetario Internacional sobre el riesgo de una tercera recesión en Europa. El nerviosismo del mercado no se hizo esperar.
El precio del barril de Brent, el de referencia para Europa, llegó a caer 31 dólares, el mayor descenso desde mediados de 2012. Antes de eso hay que remontarse a la crisis financiera de 2008 -cuando la cotización se desplomó un 75%- para encontrar una caída tan pronunciada y tan rápida en los precios. "No creemos que vayamos a ver nada parecido a aquello", admite Norrish. Entonces, el barril de Brent cayó hasta los 36 dólares.
Sin llegar a esos niveles, lo cierto es que el descenso del costo de la energía tiene un impacto notable sobre la economía, en forma de ahorro en la factura energética, de corrección de los desequilibrios externos y de menor presión inflacionaria.
"El saldo neto es positivo para la economía mundial", asegura Andrew Kenningham, de Capital Economics, en uno de sus últimos informes. "Una caída de 10 dólares en el precio del petróleo equivale a una transferencia del 0,5% del PBI mundial de los países productores a los países consumidores y éstos siempre acaban aumentando el gasto. Si asumimos que los consumidores gastan la mitad de lo que se ahorran, una caída permanente del precio del petróleo de 10 dólares impulsaría la demanda global entre un 0,2% y un 0,3%", argumenta Kenningham.
Es decir, una inyección de unos 320.000 millones de dólares a la economía mundial si, como calcula Capital Economics, los actuales niveles del petróleo en torno a los 85 dólares se mantienen hasta finales de 2016.
Tradicionalmente, un descenso en el precio del crudo anima el consumo. Los analistas de Goldman Sachs calculan que el precio del petróleo bajará un 15% en 2015, lo que supondrá una demanda añadida de 200.000 barriles diarios. También propicia un aumento de la confianza y de la actividad a nivel global. Estados Unidos ya se beneficia de unos costos de producción considerablemente más baratos, gracias al gas extraído mediante fracking.
"Pero la situación en la eurozona es muy diferente. Primero, porque una caída del precio de las materias primas va a exacerbar el temor a la deflación en la región y a un nuevo episodio de la crisis de deuda", advierte Kenningham, de Capital Economics. "El impacto sobre el consumo de un petróleo más barato apenas se va a notar y reforzará, en todo caso, los argumentos para un programa de compra de bonos por parte del Banco Central Europeo", recalca..
Del editor: qué significa. Cuestionado por donde sea, el fracking se convirtió en el arma que permitió a EE.UU. empezar a recuperar el poder que se perdió con las guerras y la crisis.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

El mundo en tus manos

La imagen puede inspirar una reflexión sobre nuestra responsabilidad ambiental
Como decimos en el libro Naturaleza y paisaje :"¿Podemos dejar el mundo un poco mejor de cómo está hoy? ¿Lo haremos cada uno de nosotros desde nuestro trabajo, en el hogar, en nuestra ciudad, en el barrio? Mientras estemos vivos, como hoy, será el momento de responder. Y cada respuesta que demos, abrirá la puerta a un nuevo desafío, como emprender un viaje."
 


lunes, 18 de agosto de 2014

Humedales Maldito pantano

Humedales

Maldito pantano

TAPA — POR  EL 15/08/2014 14:23 
Hasta hace poco, en todo el mundo se los combatía y eran sinónimo de las peores pestes, a pesar de que son sitios de reserva y purificación de agua, que amortiguan inundaciones y mitigan los efectos del cambio climático. Hoy, se los revalorizó, y la Argentina discute en el Congreso Nacional proyectos para su preservación y manejo sustentable.
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Los humedales son un tipo de ecosistema que resulta estratégico, con suelos saturados por agua o, incluso, inundados durante períodos relativamente prolongados de tiempo.Foto: Irina Izaguirre.
Los humedales son un tipo de ecosistema que resulta estratégico, con suelos saturados por agua o, incluso, inundados durante períodos relativamente prolongados de tiempo.Foto: Irina Izaguirre.
Tal vez creemos que no los conocemos, pero raramente esto suceda. Están por todos lados, aunque todos juntos no llegan a ocupar ni el 10 por ciento de la superficie del planeta. Es posible hallarlos en las altas cumbres o en las llanuras, en zonas heladas o tropicales, en regiones casi desérticas y en vergeles paradisíacos. Y, lo más curioso, es que varían mucho su aspecto según el momento en que se los visita. Existen desde tiempos inmemoriales, gozaron de muy mala fama y se les achacaron las peores pestes. Recientemente, se los revalorizó y se busca recuperarlos de todo el daño recibido. Aún más, una convención internacional, conocida como Ramsar, se reúne con representantes de 168 países del mundo, entre ellos de la Argentina, para protegerlos.
Se trata de los humedales, esos particulares tipos de ecosistemas con suelos saturados por agua o, incluso, inundados durante períodos relativamente prolongados de tiempo, que resultan estratégicos. Unos 2.161 lugares de todo el mundo han sido reconocidos como “Sitios de importancia para la conservación de los humedales”; y de ese total, unos 21 están en la Argentina. Algunos de ellos son la reserva porteña Costanera Sur, los esteros del Iberá, en Corrientes, la laguna de los Pozuelos, en Jujuy, el Parque Nacional Laguna Blanca, en Neuquén o el Glaciar Vinciguerra y turberas asociadas, en Tierra del Fuego.
“Entre el tres y ocho por ciento de la superficie del planeta está ocupada por humedales, según distintas estimaciones. En la Argentina abarcan, aproximadamente, el 23 por ciento de su superficie. Más allá de cuántos sean, tenemos una amplia variedad ubicada en diferentes alturas, latitudes, longitudes y con diversos climas”, precisa Roberto Bó, responsable del Grupo de Investigación en Ecología de Humedales (GIEH) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (Exactas-UBA).
Recientemente, se acaban de hacer los últimos trazos de un proyecto muy esperado. “Por primera vez, se hizo una regionalización de humedales de la Argentina. Además de elaborar un mapa, se caracterizó cada una de las regiones y subregiones identificadas”, precisa Rubén Quintana, profesor del Departamento de Ecología, Genética y Evolución de Exactas-UBA. “El país fue dividido inicialmente en 10 regiones, algunas de las cuales a su vez fueron fragmentadas en subregiones. El número total de ellas es, en definitiva, 25, cuantifica Bó, y no deja de destacar: “Es clave saber qué tenemos, dónde lo tenemos y cómo lo tenemos”. Por eso, el próximo paso es hacer un inventario nacional detallado de todos los humedales. De algunos de ellos, como los que se ubican en el corredor fluvial Paraná-Paraguay, ya se lo ha elaborado dentro de un proyecto de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.
Precisamente, esos sistemas de humedales alimentados por los ríos Paraná y Paraguay desbordan agua. En cambio, otros situados en la Puna o en la Patagonia son algo así como un oasis en el desierto. “En la cuenca del Paraná y del Plata sobra agua, pero a veces nos olvidamos de que las dos terceras partes de la superficie de la Argentina son áridas o semiáridas”, destaca Quintana.
En el 75 por ciento del territorio nacional, el agua es esquiva. Y los humedales permiten saciar la sed, aunque en algunos lugares sea sólo durante una parte del año. Tal es el caso de los ubicados en los Andes Centrales, que suelen congelarse en invierno, rodeados de suelos prácticamente desnudos. En verano, estos humedales son utilizados como sitios de pastoreo. Otro tanto ocurre en los mallines que convierten áreas de la estepa patagónica en praderas productivas, con agua que no proviene de lluvias sino del derretimiento de los hielos de la cordillera.
En el noroeste, centro oeste y sur de la Argentina, los humedales salpican de vida a no pocos páramos. “En estas regiones, los humedales constituyen parches en una matriz de paisaje terrestre, y si bien no suelen ser de gran extensión, presentan una gran importancia a nivel local y regional, ya que son los lugares donde se acumula el agua necesaria para consumo de las comunidades locales, desarrollo de actividades agropecuarias, recarga de acuíferos subterráneos y hábitat de vida silvestre. También, proveen vegetación para alimento de fauna silvestre y ganado, y paisajes de importancia para el turismo y la recreación”, subraya en su informe la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.
Al sur de Santa Cruz y en Tierra del Fuego, con climas más húmedos, estos ecosistemas adquieren aspectos peculiares, como los turbales, que acumulan materia orgánica muerta (turba), y son clave para la regulación del clima, la hidrología y el sostenimiento de la biodiversidad.
Aunque todos ellos son considerados humedales y muchos se encuentran incluidos en sitios Ramsar, cada uno difiere en su aspecto. Las Lagunas Altoandinas y Puneñas de Catamarca son distintas al Glaciar Vinciguerra situado en latitudes australes, así también lo es la Bahía bonaerense de Samborombón. E incluso el mismo humedal no siempre muestra el mismo paisaje. “La Reserva Natural de Otamendi hoy se ve de una forma, y dentro de dos años puede ser de un modo totalmente diferente. Todo estará relacionado con el nivel que presenten las aguas”, observa Inés O’Farrell, vicedirectora del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA). Ella, como parte del equipo de Limnología de Exactas, estudia este humedal desde hace quince años con muestreos en lagunas e imágenes satelitales, verificando sus transformaciones.
“En los años 1997-98, con el fenómeno climático de ‘El Niño’ se produjo una gran inundación con gran desarrollo de plantas flotantes. Las aguas eran muy claras con profuso desarrollo de aves, coipos y otros animales. En tanto, en el 2009, se registró una “Niña” tremenda. La laguna casi se seca, quedaba un relicto de ojo de agua, muy pocas aves, nada de plantas flotantes, ni mamíferos. Un cambio total”, compara O´Farrell, desde su laboratorio en la Ciudad Universitaria.
Vigía PAMPA2
Hoy, la laguna Grande de Otamendi y otros espejos de agua son vigilados las 24 horas. Cada cinco minutos, sensores meteorológicos y ambientales situados en boyas de diseño nacional envían información en tiempo real a un servidor del Proyecto Argentino de Monitoreo y Prospección de Ambientes Acuáticos (PAMPA2), a cargo del CONICET.
“Datos en vivo de la temperatura del aire y del agua, vientos, nivel hidrométrico, conductividad, sólidos suspendidos, entre otros, son registrados por sensores meteorológicos y ambientales ubicados en seis boyas en cinco lagunas de la Región Chacopampeana. El objetivo es monitorear a largo plazo los cuerpos de agua, que son muy buenos registradores de las modificaciones climáticas en general”, precisa Irina Izaguirre, coordinadora del nodo Exactas de esta iniciativa en la que participan siete instituciones nacionales.
Al ser sensibles a los efectos del clima, estos ecosistemas sirven como centinelas a nivel científico. “La Red GLEON (Global Lake Ecological Observatory Network) monitorea lagos de todo el mundo en forma continua desde hace tiempo, y el proyecto PAMPA2 estará integrado dentro de esta red internacional”, anticipa Izaguirre, directora del Departamento de Ecología, Genética y Evolución, profesora de Limnología en Exactas e investigadora del CONICET.
No sólo cuentan con esta información continua y estandarizada, registrada por los sensores, sino que una vez al mes los científicos recogen muestras de agua en esas lagunas y luego las analizan en el laboratorio. “Se toman muestras de fitoplancton y de zooplancton, y se realizan estudios fisicoquímicos de nutrientes, clorofila y carbono orgánico disuelto, entre otros”, puntualiza Izaguirre desde el laboratorio de Limnología. Allí también, escritorio por medio, Haydeé Pizarro, profesora de Ecología y Desarrollo en Exactas e investigadora del CONICET, estudia cómo afectan a estos cursos de agua ciertas actividades humanas. “En particular –puntualiza–, estoy trabajando en el efecto del glifosato, el herbicida más usado en el mundo para el cultivo de algunos granos, que a veces de forma intencional o accidental llega a estos cuerpos de agua y afecta su calidad”.
En los sistemas naturales Pizarro toma muestras, pero también ha creado sus propias “lagunas” artificiales en la porteña Ciudad Universitaria para hacer ensayos experimentales. ¿Qué impacto genera el glifosato? “Produce un enorme deterioro de la calidad del agua, pues aumenta muchísimo el fósforo”, subraya, y enseguida ejemplifica: “Muchas especies mueren, y otras se desarrollan mucho más, como algunas cianobacterias, que suelen aparecer en situaciones extremas o en cuestiones relacionadas con la contaminación. Estas cianobacterias se expanden más, y a la vez, pueden usar el glifosato como fuente de fósforo para su desarrollo”.
Una relación difícil
Desde hace milenios, el hombre viene haciendo uso de los humedales. Y el vínculo con estos sistemas ha tenido no pocas idas y vueltas. En ocasiones, aprovechó equilibradamente sus beneficios, otras veces los combatió, transformó o devastó. “Por ejemplo, se estima que en los EE.UU. se perdieron más de un 50% (87 millones de hectáreas) de sus humedales originales; los porcentajes podrían ser iguales o mayores para otros países”, grafica un informe oficial argentino. El delta del Mississippi, en Norteamérica, es un ejemplo de destrucción que siempre se muestra como caso testigo de lo que no se debe hacer. “Allí se llegó al extremo de eliminar la mayor parte de la llanura aluvial del río debido a los endicamientos realizados. Además, se construyeron muchas represas que obstaculizaron el paso de los sedimentos, con el consiguiente impacto sobre la dinámica de formación de islas en su delta. El deterioro económico, ecológico y social es tal que hoy la población pide su restauración”, observa Quintana, quien destaca la importancia de tener este modelo en cuenta para no afectar el Delta del Paraná. “La hidrovía, que implicó el dragado y rectificación de algunos tramos del río, aceleró la erosión de los albardones de las islas”, plantea.
Los humedales no son sistemas acuáticos, ni terrestres. Y esto ha costado entenderlo. “Suele creerse –sugiere Bó– que todo ambiente inundable es poco productivo, malo para la gente y hay que transformarlo. El principal problema que tenemos en la Argentina es que se compara a los humedales con los ambientes pampeanos y se los quiere homologar con ellos. Al convertirlo en un sistema terrestre se pierden las funciones del humedal”. Por ejemplo, si el Delta se aceptara tal como es, a todos nos iría mejor. “En el Paraná todos los años, en algún momento, el agua crece y, gracias a ello, es que se puede pescar mucho y bien. Cuando baja, se puede, por ejemplo, llevar vacas a engordar, aprovechando los nutrientes que ha traído el río y la alta productividad vegetal generada. Pero habría que hacerlo sólo entonces, y no necesariamente pretender que los animales pastoreen todo el año. Si se endica y no se permite el ingreso del agua en determinados momentos del año, poco a poco se perderá la fertilidad natural del suelo”, señala Bó.
Esta costumbre de trastocar los humedales viene de lejos, cuando su mala fama ayudaba a pretender llevarlos a “buen terreno”. “Los humedales fueron lugares marginales, asociados con mosquitos y pestes. Eran considerados zonas que se debían drenar para así convertirlos en áreas productivas a imagen y semejanza de las tierras agrícolas terrestres. De este modo se eliminan todos los bienes y servicios que de por sí brindan”, agrega Quintana, investigador del CONICET.
La lista de sus funciones es larguísima. Los humedales sirven como primera línea de defensa contra las tormentas, reducen el impacto de las olas; retienen sedimentos y nutrientes; mitigan los efectos del cambio climático. Algunas plantas de estos ecosistemas como Eichhornia spp. (jacinto de agua), Lemna spp. (lenteja de agua) y Azolla sp. (helecho de agua) son capaces de absorber y ”almacenar” metales pesados, como el hierro y el cobre, contenidos en las aguas residuales, según un documento de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.
“Son –enumeran los especialistas– sitios de reserva y purificación de agua, amortiguan inundaciones, constituyen sumideros de carbono, numerosos peces los utilizan para cumplir allí parte del ciclo de su reproducción, además de ser el hábitat de distintas especies de aves”.
De hecho, la Convención Ramsar –por el nombre de la ciudad iraní donde se firmó en 1971–, “nació por la preocupación de aquellos científicos y naturalistas estudiosos de aves acuáticas, incluyendo a los cazadores de patos, que veían que los humedales estaban siendo degradados y disminuían así sus trofeos de caza. A lo largo de los años esta concepción tuvo un vuelco y hoy se pretende preservarlos por su importancia ecológica, social y económica”, remarca Quintana.
Próximos pasos
“La Convención sobre los Humedales (Ramsar) promueve la realización de inventarios, los cuales brindan información de base para conocer cómo funcionan estos ecosistemas y cuál es su estado de conservación”, especifica Laura Benzaquen, del Grupo de Trabajo de Recursos Acuáticos de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.
En este sentido, Quintana resalta que “el primer mapa de regionalización –recientemente finalizado y a presentar en la Convención Ramsar– es una herramienta de gestión importante para ir al segundo paso, que es el inventario nacional de humedales”.
Por su parte, el científico Bó afirma: “Por suerte, hoy el tema de los humedales es más reconocido y más valorado que antes. Ahora se discute en el Senado de la Nación una propuesta de ley de presupuestos mínimos para su conservación. Esa ley tiene que ver con planificar y ordenar estos ecosistemas, y para ello se debe saber qué se tiene, cómo se lo tiene y dónde está”.
Dos legisladores nacionales de distintas corrientes políticas solicitaron a los científicos asesoramiento técnico para la elaboración de sendos proyectos. Uno es de la senadora Elsa Ruiz Díaz, del Frente para la Victoria, y el otro es del senador socialista Rubén Giustiniani. “Según pensamos, estas dos iniciativas se convertirán en una sola ley”, asevera Bó, uno de los especialistas consultados, al igual que Quintana, quien agrega: “Ambos proyectos proponen presupuestos mínimos, es decir, las consideraciones mínimas que todas las provincias deberían acordar para la preservación y el uso sustentable de los humedales. No sólo señala la cantidad de superficie a conservar sino también la forma para hacerlo, incluyendo medidas de manejo y restauración”.
Este marco legal, similar en la filosofía al de la ley de Glaciares o de Bosques, según Quintana, “es importante porque, ante un avance en la destrucción de un humedal, permite al ciudadano común hacer una presentación judicial basándose en los presupuestos mínimos”.
Olvidados, ignorados, combatidos, detestados, admirados, transformados, destruidos, codiciados, revalorizados; los humedales están vivos y cada vez más presentes en la agenda del mundo y de la Argentina. Se hicieron oír, aunque no hablan. Ocupan más lugar, a pesar de que algunos han desaparecido. Es que su historia dice más acerca de la humanidad que de ellos. Todo lo que la ciencia pueda descifrar de estos ecosistemas es poco; al lado de todo lo que los humedales revelan de nosotros mismos.

Regionalización

“El proyecto de regionalización ha sido financiado con fondos del programa ‘Humedales para el Futuro’ de la Convención Ramsar”, especifica Rubén Quintana, quien formó parte de esta iniciativa, a cargo de la Fundación Humedales, que contó con la participación de especialistas del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental de la Universidad de San Martín y con la colaboración del GIEH de Exactas.

Convenio de Ramsar

“Las extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de agua, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros”. Así define al humedal la Convención Internacional de Ramsar, un tratado intergubernamental para preservar estos ecosistemas, que presenta el siguiente balance:
Países contratantes: 168 (entre ellos, la Argentina desde el año 1992),
Sitios designados en todo el planeta: 2.161 (21 de ellos están en nuestro país),
Superficie total de humedales: 205.682.155 hectáreas del planeta (5.382.521 hectáreas están en la Argentina).
Fuente: Página oficial de la convención Ramsar.